LA SERVILLETA
Bienvenido: dijo la musa,
y escribió tú nombre,
cada día, en una servilleta
para tocar tus labios,
profanar tus ojos.
y enloquecer tu encanto,
seduciendo con el menú;
la oferta de verte,
de rosar tu mano,
de abrazar tu eco
lisonjero y perpetuo,
a la frágil sonrisa
de volver a verte.
La musa fue encantada,
por la brisa de los años,
la secuestro el tiempo
y dejo de verte;
pero jamás te olvido
y por siempre te nombro,
se encarno la servilleta,
en su comida, en la bebida,
era su único aliento,
fue el ropaje del silencio,
la pluma de su sangre
que escribió para ti,
la breve novela,
de tu anonadada existencia.
Ahora la musa libre;
encadeno tu nombre
a su libro, a su antojos,
esclavizo tu alma
como deleitando manjar,
para morir lentamente,
en tus abrazos, en tus besos;
y de la feliz bienvenida
y la idolatrada despedida
solo la servilleta quedo
y el amor floreció
y la muerte deslumbro
a la musa que siempre,
pero siempre te amo.
AHIDALID ALVARADO ROJAS
y escribió tú nombre,
cada día, en una servilleta
para tocar tus labios,
profanar tus ojos.
y enloquecer tu encanto,
seduciendo con el menú;
la oferta de verte,
de rosar tu mano,
de abrazar tu eco
lisonjero y perpetuo,
a la frágil sonrisa
de volver a verte.
La musa fue encantada,
por la brisa de los años,
la secuestro el tiempo
y dejo de verte;
pero jamás te olvido
y por siempre te nombro,
se encarno la servilleta,
en su comida, en la bebida,
era su único aliento,
fue el ropaje del silencio,
la pluma de su sangre
que escribió para ti,
la breve novela,
de tu anonadada existencia.
Ahora la musa libre;
encadeno tu nombre
a su libro, a su antojos,
esclavizo tu alma
como deleitando manjar,
para morir lentamente,
en tus abrazos, en tus besos;
y de la feliz bienvenida
y la idolatrada despedida
solo la servilleta quedo
y el amor floreció
y la muerte deslumbro
a la musa que siempre,
pero siempre te amo.
AHIDALID ALVARADO ROJAS
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"No hay pensamientos más profundos y elocuentes que el de los mudos por el viento y silenciados por el tiempo" Ahidalid